martes, 2 de febrero de 2016

Runas #4

                                                                  \-(Capítulo 4)-\

Quince noches desde el incendio de su casa. Se había tirado todo el viaje distraído y sin parar de observar la runa de su padre. Ask y Embla resultaron de ayuda, pues le guiaron rápidamente a través de Noruega. Cuidaron de él. Sin ellos, Thorgils no hubiera podido continuar.

Los humanos-madera eran muy peculiares. Cuando habían aparecido de la nada en frente suya estaban como unos bebés nacidos, solo con la piel-madera y los atributos que los hacía distinguibles. Sin hojas ni nada. Primero habían adquirido pelo. Era un pelo verde, el de Ask más oscuro. Se asemejaba a briznas de hierba. Tenían helechos en la cabeza. Después empezaron a vestirse con pieles sin curtir de venado. Luego comenzaron a adornarse. Embla se puso unos pendientes que eran unas gotas de ámbar, y anillos de latón. Ask se hizo un colgante con dientes de animales.

Además eran buenos cazadores, aun que ellos no comían y todo era para Thorgils. Antes de cada cacería pedían perdón a los dioses por las vidas que iban a tomar. Embla llevaba un arco largo de tejo y Ask una lanza. Tanto las puntas de las flechas como la de la lanza eran de colmillos de jabalí. Los dos llevaban dagas fabricadas a partir de los cuernos de un ciervo.

Avanzaron velozmente, aun que sin él, sospechaba Thorgils, hubieran tardado menos.

Los dos humanos-madera se fundían con el bosque y recorrían grandes distancias en poco tiempo. Casi no se paraban en pueblos.

Una vez Thorgils le preguntó a Embla qué eran exactamente, y ella dijo que les podía considerar como una especie llamada corteza. Así pues, los dos cortezas le iban diciendo que faltaba poco y que pronto llegarían a su destino. Cada vez que Thorgils le preguntaba hacia dónde se dirigían, ellos respondían entre risas que a ver al jefe, como si fuera lo más normal del mundo.

Habían llegado a la costa, y los cortezas iban cubiertos por capuchas para no destacar en la multitud. Una agradable y salada brisa marina envolvía el puerto. Embla estaba yendo barco por barco para comparar los precios, y Ask y Thorgils estaban sentados en una cantina, cerca de allí. Al cabo de media hora Embla volvió, confundida por hablar con tanta gente. De repente a Ask se le pusieron los ojos en blanco, y empezó a echar espumarajos por la boca. Su cuerpo comenzó a convulsionar, y segundos después, se tranquilizó. Thorgils intentó despertarlo, sin éxito; estaba inconsciente.

Cuando Ask despertó, se puso rápidamente a meter prisa a los otros dos. Tenían que apresurarse y coger la embarcación que estaba amarrada en frente de la posada del otro día. Recogieron sus cosas y corrieron hasta la ubicación indicada. Justo un barco estaba a punto de levar anclas. El capitán estaba todavía en tierra. Era un hombre bajo y ancho, con mucho pelo y barba, donde se podían ver algunas canas. Su mirada indicaba que había vivido muchas tormentas.

- ¿Hay sitio para tres pasajeros? - preguntó Ask.

- Hhhmmm... - el capitán dudó; su barco era de mercancías, no de gente - esta preciosidad no transporta pasajeros.

- Pagaremos bien. - insistió Ask, enseñando una bolsa pesada - Por favor.

- En ese caso acepto. - el capitán cogió la bolsa. Durante un instante titubeo; pero contó las monedas y asintió - Nada de jaleos, y calladitos. Y sobre todo, cada uno cocina lo suyo. - miró a Ask. Debió percatarse de que este no era humano, pero pensó en el dinero y se calló - Subid, vamos a desembarcar.

Ask murmuró una plegaria dirigida a Njord y entró en el barco.

                                                            * * *

Estaban en Islandia. La travesía marítima había sido tranquila, sin ningún altercado. Ahora se dirigían a una región islandesa ribeña. Llevaban días viajando. Al final llegaron. Ask y Embla suspiraron aliviados, habían vuelto a casa. En cambio Thorgils se quedó pasmado. Se encontraba en frente de una cascada de tres metros desde donde caía agua verduzca. El agua descendía hasta un inmenso estanque color esmeralda, donde se reflejaba todo como un espejo. La orilla era arenosa, como si fuera una playa, y no se alcanzaba a ver el fondo del estanque. Varios metros más, se hayaban árboles jóvenes y matorrales. Pero allí de donde caía el agua, al lado del nacimiento de la cascada, había un enorme nogal, viejo y retorcido. Había pocos nogales en Escandinavia, todos eran exportados de otros países más sureños.

Thorgils preguntó por el origen de ese tono tan curioso, y Embla respondió que el nogal tenía profundas raíces en el lecho del río, y que al estar viejo, tenía varias aperturas. El paso del tiempo había hecho que el agua erosionase esas aperturas, liberando la savia de su interior. Era tan potente el nogal, que, aun perdiendo litros de savia diarios, seguía ahí.

Entonces un pensamiento fugaz asaltó la cabeza de Thorgils. Ya estaba allí, ¿y ahora qué? ¿Qué ocurriría? No veía a nadie, y la desesperación le invadió lentamente todo el cuerpo. Cerró un momento los ojos, y cuando los abrió, los cortezas ya no estaban allí.

"Tienes que encontrar la entrada." Una voz potente y grave sonó en su cabeza. "Usa las runas." Thorgils sacó el saquito que ya siempre llevaba consigo. Metió la mano y cogió la runa de su padre. Inspiró aire, dejando que la pureza de aquel lugar entrase en él. Expiró aire, dejando que todas las dudas y preocupaciones salieran de él. Acto seguido se sentó tranquilamente en la arena, y dejó que las manos del río acaracirian su mente, llenándolo de paz. Volvió a meter la mano en el saquito, y esta vez sacó dos runas. Laguz e Isaz. Lago; lugares profundos, misterio, y Hielo; conservación, pureza. Puso las tres runas a su lado, con Ansuz en medio y las otras dos al lado para reforzar su poder. Lentamente, comenzó a recitar una retahíla de embrujos y hechizos. Las runas se iluminaron levemente y después el resplandor se fue. Thorgils sintió el poder de las runas en sus manos. En sus manos literalmente, había acumulado todo la magia de las runas en su mano derecha, que se encontraba en un tono azulado, cada vez más intenso. Salieron chispas y pequeños estallidos. Corrientes de magia helada pasaban entre sus dedos. Se levantó y se acercó al río. Una vez allí se agachó y tocó la superficie con la mano derecha. De donde había tocado empezaron a expandirse pequeñas líneas de hielo puro, y de esas líneas otras líneas, y así progresivamente hasta que el estanque entero estaba congelado.

Entonces hizo uso del poder de Ansuz. El color de su mano pasó de azul a dorado con reflejos granates. Alzó la mano muy despacio, cerrando la mano para formar un puño. El Maldito oyó como en la mitad del estanque el hielo empezaba a resquebrajarse. Finalmente cerró la mano, y los crujidos pararon. De repente el hielo del centro del estanque eclosionó. Los trozos helados salieron disparados hacia todas las direcciones. Donde antes había hielo ahora había una superficie redonda de oro. Thorgils sabía que ese artilugio no era lo único que reposaba en el lecho del río, y por eso había creado una capa de hielo alrededor, para impedir que otras cosas subieran, y para poder llegar al centro del estanque sin tener que gastar fuerzas y sin mojarse. Intuía que ese estanque era más poderoso que él en ese momento, y que su hechizo solo había sido una picadura de mosquito. También presentía que el estanque permanecía adormecido gracias a otra entidad más potente.

Alcanzó la plataforma y desde ahí vio que detrás de la cascada relucía algo. Avanzó sobre el hielo hasta la cascada. La atravesó y para su sorpresa había una inmensa cueva en su interior. Se notaba, al igual que sucedía con la cabaña de Gudrun, que ahí habitaba un practicante del seidr. Sin más preámbulos entró en la estancia. Sentados en sillas de mimbre se encontraban los dos cortezas, y a su lado un hombre de mediana edad, con canas entre su oscuro pelo y mirada fiera. Tenía la piel curtida y con arrugas. Medía un metro noventa y su sola figura imponía. Vestía un manto que le tapaba completamente. Era una persona que daba seguridad y valor. Resumiendo, era un mentor que acababa de encontrar un nuevo discípulo.






Saludos paganos de Joel el Aesir.
 

 

4 comentarios:

  1. ESTO NO ES NORMAL. Bueno vale ahora el chico tiene un maestro. Y está maldito. Vamos bien, vamos bien.
    CONTINÚA S****
    Un abrazote
    ~La reina del LOL. Okno~
    PD: Ya se que estoy alterada

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  2. ¡Hola!
    ¿Por qué de repente se pone malo y convulsiona, Ask? jajajaaja.
    Cada vez la historia es más peculiar XD.
    Besos.

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