jueves, 7 de enero de 2016

Runas

 
Bueno, el otro día se me ocurrió una idea y empecé a darle vueltas, y ayer por fin lo hice; escribí el prólogo de una historia nueva. Sé que tengo que pulirlo. Por favor, dejar vuestras opiniones:

 
 
                                                               RUNAS
 
                                           

                                                            \-(Prólogo)-\

Thorgils corrió al encuentro de su madre a través de los campos de cebada y trigo. Era mediodía y le llamaba para comer. Un estofado de carne, un trozo de queso y una hogaza de pan reposaban en la mesa, esperando a ser comidos.

Thorgils se lavó las manos, se sentó junto a su madre y empezó a devorar con el apetito propio de un niño de seis años. Su madre, Thorgunna, era la típica norteña; ojos azules, cabello rubio... En fin, una mujer hecha y derecha que llevaba la hacienda sola. En cambio Thorgils era más como su padre. Piel morena, pelo negro, ojos verdes oscuros y una gran sonrisa.

Vivían en una hacienda, una parcela apartada de las demás en la que habitaban los criados, Thorgunna y su hijo, los animales y un campesino curtido. Thorgunna dirigía todo; administraba la casa. Era una mujer fuerte y responsable, y todos la respetaban. En esas tierras noruegas, casi al borde de Suecia se asentaba la familia de Thorgils. Ël era Thorgils Haraldsson, y su padre, Harald, llevaba muerto cuatro inviernos. Como su padre, Thorgils era curioso, inquieto y tenía ansias de recorrer el mundo. Thorgils sabía poco de él, pues nadie hablaba del tema.
Su madre le mandó a ayudar al granjero que vivía con ellos, Leif, que como no tenía donde ir se había acoplado a la familia Haraldsson. Era de mediana edad, con canas en la barba y en el pelo, y con arrugas y callos. Era imponente, pues medía dos metros. Se ganaba su sueldo, eso nadie lo negaba, solo que de vez en cuando bebía de más. Thorgils, bajo las órdenes de Leif, ordeñó a las vacas y a las cabras. Cuando terminó con las últimas ubres, se dio cuenta de que había caído la noche. Devolvió el ganado al establo y corrió a casa, temiendo unos azotes. Unas nubes negras se acercaban.
Cuando entró en la casa, se encontró que Leif y su madre estaban discutiendo. Se fijó que había varios cuernos desparramados. Pegó el oído, y no le gustó nada lo que oyó. Al parecer, Leif, ebrio, le había propuesto matrimonio a Thorgunna, con la razón de que una simple mujer no podía sola con todo. Ella le tiró un peine, y este, enfurecido, la cogió por el pelo y se la llevo a rastras. Leif era muy peligroso y fuerte, y Thorgunna no pudo hacer nada para evitarlo. Los criados, asustados, se escondieron y no asomaron la cara.
Leif la llevó afuera, donde se oían rayos y truenos, precediendo la tormenta. Thorgils agarró un cuchillo de la cocina y les siguió. Cuando les alcanzó, Leif sostenía el hacha de cortar madera en una mano. Thorgunna estaba inconsciente y sangrando al lado de Leif. Este alzó el hacha, dudando por un instante si debería hacerlo o no. En ese instante comenzó a llover, pero no gotas normales; eran gotas rojizas, como de sangre. La primera gota sangrienta cayó en la frente de Thorgils, el cual cargó contra Leif y le hundió el cuchillo hasta la empuñadura en un costado. Leif rugió, y se desplomó en el suelo. Thorgils se acercó y su madre, y vio que respiraba. Thorgunna se despertó y abrazó a su hijo.
De repente Leif se levantó, cubierto de sangre - suya y de la lluvia -, y con el hacha en mano. Caminó lentamente hacia la familia Haraldsson. En sus ojos se apreciaban la locura y la demencia, que le impulsaban a seguir adelante. Thorgunna cogió el cuchillo, y besó en la frente a su hijo, justo donde había caído la gota. Le dijo que corriera hacia el bosque y se refugiara en una piedra con runas talladas. Ël echo a correr, y cuando llegó al linde del bosque, miró atrás. Un relámpago iluminó a su madre y a Leif. Era imposible saber el resultado.
Las ramas le arañaban, las raíces le hacían tropezar, pero al final llegó a la piedra, un enorme dibujo a bases de runas la envolvían. Thorgils tocó la piedra, no supo porque, pero la tocó. Entonces una voz misteriosa surgió de la nada, entonando un cántico extrañamente familiar. Se le pusieron los ojos en blanco y... Se desmayo.
Cuando abrió los ojos estaba en su casa, y su madre se hallaba a su lado, suspirando aliviada. Agudizó la vista, y se percató que su madre llevaba algo en la mano que relucía. Después, todo se volvió borroso y se desmayo otra vez, soñando con lluvias de sangre, objetos relucientes, y piedras
rúnicas.

Saludos paganos de Ragnarök.





4 comentarios:

  1. Ahora tienes que escribir la novela... no me puedes dejar así.

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  2. Espera déjame reescribir la primera frase... Thorgils corrió al encuentro de su madre a través de los campos de... GLUTEN. Okno, no he podido evitarlo, pero se que me quieres igual.
    Me voy a leer el cap 1 jeje
    Un abrazote
    ~Tu madrina yupi~

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